Al finalizar el juego en la pantalla, Sawyer y Michael, de diez años, se felicitan. Que estos dos chicos autistas se tocaran no era frecuente hasta hace poco: lo aprendieron con una consola de videojuegos de Xbox equipada con sistema Kinect.
La escuela elemental Steuart W. Weller d'Ashburn (Virginia), a 50 kilómetros al noroeste de Washington, es una de las más especializadas de EEUU en probar los complementos de las consolas de juegos con jóvenes y niños autistas.
Para ello se utiliza el sistema Kinect, lanzado por Microsoft en 2010, que permite jugar sin mandos o controles y utilizar el propio cuerpo gracias a un detector de movimientos.
Aunque el Kinect no fue diseñado con fines terapéuticos, parece, según algunos expertos, una herramienta interesante para ayudar a las personas con trastornos del espectro autista, un mal que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta a 21 de cada 10.000 niños en el mundo.
Lado a lado, Sawyer Whitely y Michael Mendoza saltan, se agachan o se abrazan, y en la pantalla sus avatares reproducen sus movimientos a bordo de un bote virtual sobre un río torrentoso.
Cuando terminan, los dos héroes entrechocan las palmas de sus manos, en un gesto típicamente estadounidense.
“Hacer este gesto y felicitarse mutuamente no es algo que veamos a menudo. Hemos obtenido resultados impresionantes, porque ellos tienen realmente ganas de jugar”, comenta Anne Marie Skeen, una maestra especializada.
Los educadores de Ashburn trabajan desde hace dos años con Kinect sobre el déficit de comunicación que caracteriza al autismo. Sus aplicaciones “llevan a niños y jóvenes a hablarse, dar instrucciones a un colega y seguir las instrucciones de otro”, detalla Lynn Keenan, profesor y formador especializado.
Sawyer Whitely, un niño autista, juega con el X-box Kinect de Microsoft, el 21 de febrero de 2014 en Steuart W. Weller de Ashburn, en Virginia, EEUU (AFP, Paul J. Richards)
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